lunes, 14 de julio de 2008

Los Héroes y un nuevo hogar...
El Clérigo de Helm




Era esa hora del amanecer en la que la noche se aferra por no abandonar el mundo, cuando el frió cala asta los huesos, cuando el silencio duele en los oídos y cuando la muerte asecha en las sombras.

La dama de misteriosa mirada me levanto en vilo y me arrastro prácticamente tras la elfa. Pude notar ahora que sus manos eran delicadas suaves pero firmes también note hasta ese instante q su cabello en realidad era rubio platinado, su armadura era de cuero se veía resistente pero no hacia el mas mínimo ruido mientras caminaba con una cadencia engatúsante, le quedaba muy ajustada a su cuerpo era tractiva mero aun medaba miedo.

Cuando llegamos justo al caballero y el enano la joven elfa estaba de rodillas ante el caballero que examinaba ala líder mientras el enano buscaba en sus alforjas.

- Por favor… acaben con su dolor yo… no puedo… no puedo hacerlo.- La exploradora elfa deposito en el suelo a su capitana y oculto sus lagrimas tras sus manos.

El enano saca un frasco de cristal con un líquido verdusco que me pareció conocido, pues mama tenias varias botellas iguales; uno siempre estaba sobre la chimenea y era el ungüento que siempre utilizaba para curar nuestras heridas, no dolía y no dejaba cicatrices.

Ahora de cerca el caballero emitía un aura de tranquilidad mi miedo se fue, caí en cuanta que no traía el casco su cabeza estaba rapada y tenia un tatuaje que cubría el área en la que antes hubiera cabello. Se quito los guantes y descubrió el cuerpo moribundo el enano le tendió la poción pero este rechazó el frasco y saco de su peto un medallón en el cual colgaba un guante con una ondulación, el símbolo de Torm, el dios del honor y la justicia al menos eso recordaba.

-No le daré una poción, pues eso solo cerraría sus heridas y aun que la salvaría el resultado seria poco honroso para una capitana de la guardia de Silvermoon…- su vos era severa pero reconfortante. -… le devolveré su dignidad pero debo quitar su armadura, o lo que hay de ella.

- Déjame hacerlo a mí y tu quédate quieto en ese lugar…- dijo la mujer mientras me señalaba con su dedo índice, solo logre asentir con la cabeza -… requiriere una capa para cubrirla pues la que porta esta sucia con sangre y dame tu odre de agua-enano.

No supe si fue mi oído o lo había pronunciado como si fuera una sola palabra, lo cierto es que el enano se crispo y su gesto era aun más malhumorado cuando le dio su corta capa y el odre. Clarisa se acerco a nosotros junto con un nutrido grupo de personas que vean el cuerpo destrozado y desnudo de la elfa; yo ni siquiera notaba lo ultimo pues estaba atento a lo que el hombre de la armadura realizaba, así como a su medallón que con cada palabra emitía una especie de zumbido y irradiaba una luz azulada que se empezaba a extender.

-Dale el brebaje…- dijo con un susurro y algo de dificultad…-y prepárate para cubrirla.
Tenia su frente perlada en sudor la luz se intensificaba y la vibración cada vez era más fuerte, los ojos de la mujer elfa se pusieron en blanco y su dolor pareció desaparecer.
La cabeza séle fue hacia atrás y se elevo unos centímetros del suelo la luz del amuleto parecía que la atraía del cuerpo de la dama elfa comenzó a emanar luz y los huesos iniciaron la materialización, luego las venas y arterias como una raíz interminable, los músculos y la piel.

Todos tragaron saliva nadie podía hablar, tenia miedo, pero a su ves estaba fascinado no podía apartar mi vista de sus brazos y piernas. La habilidosa mujer humana atrapo a la dama elfa cuando la luz se extinguía, la cubrió con la pequeña capa que afortunadamente no cubría sus nuevos miembros.

-Valla la ultima vez, era menos serio y no tan espectacular, tu señor Torm debe estar a favor de la orejas picudas.- Dijo el enano mientras recuperaba su odre que despedía un fuerte olor ah alcohol.

Así fue como tuve mi primer encuentro con aventureros experimentados, con un clérigo de Torm, el resto del camino ellos nos acompañaron, las elfas estaban muy débiles y viajaron con Clarisa en la carreta. Fueron diez días pero para nosotros los refugiados, los que sobrevivimos, paresia que hubieran pasado meses.

Era e anochecer del décimo día el clérigo Stev viajaba a la cabeza de los refugiados, el enano Brinmador estaba cuidando a los rezagados al final de la marcha, Sharif la compañera de estos viajaba a mi lado, hablaba muy poco pero no me dejaba a solas ni a mi prima y las elfas. Caminábamos justo detrás de Stev ya era de noche y se detuvo en la cima de la colina, cuando llegue hay la vislumbre por primera ves Silvermoon.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dejando de lado parte de la acentuación y una que otra regla ortografica de lado, el relato va de perlas. Este episodio lo encuentro como el final de la primera y marcada cercania de los peligros en la vida de un futuro aventurero. Muy interesante todo, y el ritmo va bien, siga asi jovenazo, que esto tiene potencial.

Hasta lueguitos.

FAINÛR dijo...

Por lo menos nos queda la esperanza de que el presupuesto para los milagros es enorme en aquellos mundos de fantasia, y no lo digo por mi ni por mi compañeros si no por los poco agraciados para ese tipo de situaciones . .. . .

P.D. neta dale unas checadas a la ortografia, pero fuera de alli, la emocion de saber que es lo que va a pasar si que la sabes imprimir, algun dia seremos buenos escritores ya lo veras. .. .

Los que se te pasaron aqui estan