lunes, 17 de noviembre de 2008

Víctor y la Tempestad
El Clerigo de Helm



El pequeño atacante fue el primero en hablar apenas se había incorporado, tenia un gran hematoma en la frente, renqueaba de una pierna y se apretaba las costillas. Caminaba con algo de dificultad pero mostraba su amplia sonrisa.

- Madre, nunca dijiste que fuera tan bueno, esa ultima maniobra me tomo por sorpresa.

A unos metros adelante se incorporaba un aturdido enano con el labio partido, su amplia barba mostraba rastros de sangre, sus ojos pequeños y negros como granito brillaban con el calor de la contienda. Se sacudió la hojarasca húmeda que se aferró a su barba y armadura, se acarició el mentón y limpio la sangre de sus labios. Caminaba y refunfuñaba o viceversa su andar era lento mas de lo que recordaba Víctor, el enano jamás lo aceptaría pero ya era tiempo de colgar el hacha y guardar los implementos de viaje en el closet.

Escribir sus memorias y tal vez, solo tal vez regresar con los nietos y la abuela enana que los cuidaba.

-El chico es arrojado y estupido como tu Joshua tal vez seria un buen caballero, un que me gusta mas para guerrero.

El jovencito era sorprendentemente parecido a Jesse pelirrojo pecoso pero sus ojos eran negros como el ébano y tenia una expresión picara todo el tiempo, portaba una armadura ligera y negra al igual e su madre cargaba demasiados cuchillos.

El jovencito se apoyo en el enano que trastabillo un poco, pero en realidad lo hizo para ayudarlo discretamente a caminar.

- Vamos viejo roble, ayúdame un poco no ves la paliza que medio el grandullón.

El enano hizo caso omiso a su comentario y con testarudez agradeció el apoyo pero sobretodo la discreción

- ¡Ja, ja!, chico pudo ser peor...- El chico no pudo mas y cuando ya estaban lo suficiente mente cerca, como para escurrirse tras su madre.

- Tienes razón me pudo estrellar una piedra y robar mi arma una ¡niña!

Se escurrió tras su madre mientras esta le daba un golpe suave en la cabeza y separaba al enano del adolescente.

- Pequeña zarigüeya tu mejor truco es hacerte el muerto…- Decía el enano mientras trataba alcanzar al jovencito. -.. No estarás siempre tras tu madre.

Entonces el caballero se puso rígido su estricto modo de la disciplina no encajaba con la escena, estrujo sus manos para controlarse y dio un manotazo fuerte severo a su espada lo que hizo que esta golpeara la armadura y produjera un fuerte sonido.

- ¡Basta ya!, compórtense ante las damas eso incluye a Jesse, chico tu madre merece respeto.

Se giro con un paso marcial y se inclino ante la anciana nodriza y la bella Crista que se había escurrido junto a la alarmada mujer. Se inclino doblando su brazo derecho en su abdomen a modo de saludo como un cortesano mientras que con el otro sujeto a Víctor de la nuca y lo incito a hacer lo mismo.

- Mis disculpas Señora, Señorita siento muchísimo que presenciara semejante escena…-

Dijo esto mientras miraba discretamente al enano y al chico que estaban rojos de vergüenza a pesar de que parecía imposible en el vástago de Jesse.

- …permitan resarcir nuestro error escoltando su carruaje hasta el siguiente pueblo.

La anciana ya repuesta de la impresión inicial se envalentono y retomo su carácter de representante de la nobleza, enderezo tanto su espalda que paresia prepararse para el vuelo. Con un tono prepotente respondía al caballero desechando su propuesta y reprendiendo a cuanto rostro pudo encontrar.

-No creo que sea correcto que personajes de su calaña sean bien vistos como nuestra escolta…-

Miro de soslayo a los árboles alrededor del área y añadió con malicia.

-…además de que nunca me eh considerado en riesgo sino por el contrario su señoría temí por usted y vuestro grupo.

La violenta reacción de Jesse sobresalto a todos giro en una vuelta de carro mientras lanzaba un par de cuchillos, su vástago se ataco a tiempo con lo que sirvió de soporte para ella mientras lanzaba otra daga, el enano estaba tan sorprendido como víctor, pero mas por el hecho de ver al caballero amenazando a la jovencita con la punta de su espada.

Víctor apenas pudo seguir el trayecto de las dagas de Jesse que atinaron en sus objetivos dos cuerdas cortadas de arcos tensados, la daga del muchacho apenas fue capas de clavarse en un árbol a un par de metros de su objetito real. Un sujeto con aspecto de vago con un llamativo sombrero de ala ancha demasiado chico para su cabeza salio de entre los arbustos.

- No queremos un conflicto solo venimos por la chica y su nodriza.

Sonrió de manera grosera viendo a Jesse, mostrando sus dientes de oro pero sin despegar su mano de un objeto de madera y metal, que paresia el mango de un martillo pero tenia una extraña curvatura, y terminaba en lo que paresia ser un cilindró largo y del gado como los carrizos pero de acero.

- Somos sus escoltas.

La situación era tan tensa que paresia que un dragón acabara de anunciar su llegada, Joshua fue el primero en reaccionar preguntando a la muchacha si eso era verdad, pero a anciana fue la que respondió con una enorme sonrisa en la cara y una mirada maliciosa.

-Es cierto lo que dicen estos hombres.

- Claro, ¿que lo es que acaso no reconoce el emblema que la chica lleva bordado en su vestido?

Jesse fue la que tomo la palabra relajando su postura, sonriendo de manera confiada y bajando sus armas, mientras su hijo con una cara que habría hecho reír asta ah un golem la imitaba mirando con eminente perplejidad a su progenitora.

- Pero claro e la marca familiar del Capitán Daniachew, bajen sus armas chicos y dejen partir a la señorita, este asunto no es de nuestra incumbencia.

Con movimientos cadenciosos se acerco lenta y sugerentemente a Crista, ala que le susurro algo al oído y le entrego un anillo rápidamente sin que nadie se percatara.

- Si me necesitas ayuda solo llámame cuando estés en apuros y iré a salvarte, cuídate niña no sabes con quines te has liado.

Como en las peores tormentas con la rapidez que se desarrollo el conflicto así desaparecieron. Dejando al joven Víctor aturdido y claramente enamorado no se quejo ni una vez por los regaños del enano, apenas y pudo atender las palabras del caballero Joshua y mucho menos escuchar la letanía de Jesse.

El camino a casa fue peor que la paliza que acababa de recibir, el solo hecho de no poder verla de nuevo hacia que el frió de su cuerpo no se comparara al de su alma.
Repasaba los últimos momentos una y otra vez, su despedida el calor de sus delicadas manos el fulgor de sus ojos azules…




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